«…en 650 a.C. Asurbanipal de Asiria juntaba ladrillos en su palacio, pilas y pilas de ladrillos con hermosos trazos cuneiformes que reunían los conocimientos almacenados por 2.500 años de cultura en la Mesopotamia del Tigris y el Éufrates. Cuatro siglos más tarde, Ptolomeo de Egipto (a quien mencioné al comienzo de este artículo) inició el proceso de acumular los papiros que iban a configurar la mayor biblioteca que el mundo había visto hasta entonces.
Hasta bien entrada la época moderna ese fue el modelo de los depósitos de conocimientos: eran la propiedad privada de reyes y grandes nobles, y estaban al alcance de muy pocos.
Pero hoy día la localidad más pequeña puede disponer de una colección de libros capaz de rivalizar con cualquier otra, salvo con las mayores bibliotecas del pasado, y, considerando los progresos del conocimiento, de contener en el menor trabajo de referencia maravillas no soñadas por los grandes pensadores del pasado.
Así que debemos concluir que el lugar más democrático para el aprendizaje es la biblioteca pública. Es allí donde podemos encontrar información sobre cualquier tema, y leer cuanto queremos, cuando y como queremos.
Y espero ansiosamente el momento en que los progresos en computación permitan que cada hogar disponga de una terminal conectada a una biblioteca central que pondrá, en facsímil o en la pantalla de televisión, las fuentes de la cultura al alcance de los dedos de cualquier ser humano.»
Sencillamente sin palabras, Asimov es mi héroe.
tomado de: http://isaacasimov.garcia-cuervo.com/
Un video donde un escéptico periodista lo entrevista y donde prevee el internet, (en ese tiempo suena descabellado, pero en estos tiempos)