Hace años me hubiera hasta sentido avergonzada de “ocupar espacio”.
Y es que así nos educan, no hagas mucho rudo, no molestes mucho, que no se note mucho tu voz, que no se note demasiado tu presencia. A ese “espacio” es al que me refiero en este post.
No estoy hablando de tallas, me quedé pensando en eso desde el día de ayer, estábamos en una reunión y alguien me dijo “huy te extiendes mucho te sientes la reina?” y volteo y le digo “no me siento, soy una reina”
¿Cuantas veces te has quedado callada ante algo que no está bien para “no molestar”?
¿Cuantas veces has huido para no hablar de dinero con tu pareja, o cobrar dinero que te deben?
¿O aceptado menos paga por tu trabajo, sabiendo que vale mas?
¿Que cosas que son tu derecho no exiges?
¿Cuantas veces te has replegado para “no ocupar demasiado espacio”?
Son situaciones que nos afectan y nos minan aunque parezcan superfluas, podemos llegar a perder oportunidades por no parecer muy “agresivas” o soportar humillaciones para “no molestar”.
La educación que recibimos nos afecta, pero ahora que somos adultas poemos retomar esa herencia y cambiarla, darnos nuestro lugar, darnos el espacio que merecemos, que nuestra voz se escuche y aprender a pedir y tomar lo que necesitamos.