Encontré en una librería de viejo el libro «El mundo y sus demonios» de Carl Sagan, a mí me regalaron el libro de Cosmos cuando cumplí 10 años, me fascinó completamente, la serie la veía religiosamente y todavía me emociono al verla, ahora estamos viendola en DVD’s con mi hija mayor, realmente es una clase de ciencias y de historia contada de una forma muy amena.
Cuando lo compré no podía esperar a abrirlo y empezar a leerlo, y en las primeras páginas encontré estos párrafos:
«Siempre me he sentido agradecido a mis mentores de la década de 1950 y he hecho lo posible para que todos ellos conocieran mi aprecio. Pero cuando echo la vista atrás me parece que lo más esencial no lo aprendí de mis maestros de escuela, ni siquiera de mis profesores de universidad, sino de mis padres, que no sabían nada en absoluto de ciencia, en aquel año tan lejano de 1939»
*Carl Sagan /El Mundo y sus demonios
En el libro hablaba de cómo sus padres , aun sin tener estudios universitarios lo apoyaban y motivaban.
«Un domingo de aquel mismo año, mi padre me había explicado con paciencia el papel del cero como punto punto de origen en aritmética, los nombres de sonido malicioso de los números grandes y que no existe el número mas grande («siempre puedes añadir uno mas», decía). De pronto me entró una compulsión infantil de escribir en secuencia todos los números enteros del uno al mil. No teníamos ninguna libreta de papel peor mi padre me ofreció el montón de cartones grises que guardaba cuando le traían las camisas de la lavandería.
Empecé el proyecto con entusiasmo, pero me sorprendió lo lento que era. Cuando me encontraba todavía en los cientos mas bajos, mi madre me anunció que era hora del baño. Me quedé desconsolado. Tenía que llegar a mil. intervino mi padre, que toda la vida actuó de mediador: si me sometía al baño sin rechistar, el continuaría las secuencias por mí. Yo no cabía en mí de contento. Cuando salí del baño ya estaba cerca del novecientos, y así pude llegar a mil sólo un poco después de la hora habitual de acostarme.
La magnitud de los números grandes nunca ha dejado de impresionarme».
Me quedé pensando, cuantos padres , aún en la actualidad habrían considerado que esto era «necedad» o «un capricho» y a dormir y a olvidarse de tonterías. «Mucho menos ponerme a perder el tiempo haciendo números, si no es tarea ni nada de la escuela».
Los padres y madres podemos estimular y motivar muchísimo a nuestros hijos, escolaricemos o no, depende de estar atentos y de responder a sus intereses. No debemos delegar en la escuela esa responsabilidad y olvidarnos de que los niños son nuestros, no de ninguna institución.
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